Panorámica

Panorámica
ARRABALDE (Zamora) ---- Panorámica artística de la villa desde la vega.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Las aves...


Tejiendo están los pájaros
el cáliz del fulgor que queda al día.
Me adentro en este cáliz. Mas las aves
no habitan en la luz, viven la luz, la crean.
Como crean el aire con su vuelo.
Hoy los pájaros
sobrevuelan un orden, su camino
va más allá del vuelo de los pájaros.
¿De dónde, si no,
los ardidos acordes de esta música,
la orfebrería de estas horas de plenitud celeste
ante un sol fugitivo? Porque
hoy las aves que fueron
han venido de lejos
a llenar mi mirada en estos pájaros.

Ah misterio del vuelo desde el dolor del aire.
Con qué belleza asisto a su súbita muerte.

Áfono canto


Aquel tiempo fluía a mi favor
y yo lo consumía, en su abundancia,
como parte de mí. Todo era nuevo
y todo uno.
Y el mundo echó a rodar
y con él este tren de niebla donde ahora
voy preguntándome por qué me desconocen
tantas sombras sin rostro y se me borran,
por qué se ha vuelto el tiempo hostil, por qué me ciega
la luz que nunca había herido el ojo
y oscureció aquel día
en que se encaramó a mi voz el mirlo
que prorrumpió en el aire, gutural,
y que ondulaba,
tardes atrás, en vuelo sobre el agua,
los pliegues en la falda de cristal
—por su vientre extendida— de la alberca.

Amanece


Amanece y el cielo azul consuma
la pleamar del aire.
Vuelve a avivar la urdimbre de la vida
el alegre entramado de los pájaros.
Han vuelto a mí
como el naciente sol a un huerto umbrío
a traerme en la voz de aquellos días
un varado fulgor de olor antiguo,
el calor de unas brasas consumidas.
¿Y es esa luz que llega agonizante
cuanto cabe esperar
poder tocar para salvarse
antes del orto en que se agolpa el tiempo?

Amanece y ya el alba es fugitiva.
Como carne de flor me entrego al aire.
No tornaré jamás. Acaso un día
amanezca también en otros pájaros
este incendio fugaz, este vaivén furtivo
de alas efímeras ardiendo.

domingo, 16 de octubre de 2016

Tierras madres


Heno y humo de jaras. Un latido
se despierta de pronto. Trae el viento
un olor a niñez y un movimiento
que me devuelve a un territorio ungido.

Cuanto hay en él se sabe no perdido;
aún incendia el alma con su aliento
los manantiales del advenimiento,
pues todo es boreal, nada es olvido.

Y habito el resplandor, renazco. Apenas
(alza el recuerdo torres donde mora)
se ha secado el venero de la vida.

Hablan las tierras madres por las venas.
Nunca he salido de su seno, ahora
sé que empezó mi vuelta en la partida.

jueves, 28 de julio de 2016

Mediodía


Está sereno el sol y el mediodía
ofrece a mi ventana el aire fresco
de unos niños que juegan en la plaza.
Y sus voces alcanzan
el sol de aquella calle, y apaciento
con mis ojos de niño los rebaños
perdidos por los valles de mis días ausentes.
Y palpo el oro nuevo de los trigos maduros
y aún, desde el silencio aquel que entonces
cabía entero en el asombro
de las hebras de luz asidas con mis dedos,
hubiera recobrado la borrada
música de las voces que me amaban,
si no es por este aciago
bullicio de metal que se levanta, por
este dolor de la memoria herida,
el desandar de este desierto
que entrega, lentamente, bajo el sol
mis ojos al asfalto de una plaza vacía.

jueves, 14 de julio de 2016

Luz no suplantada


La luz se incendia por el aire y dora
su fuego las almenas de los árboles.
Yo estoy a contraluz, el ojo hendido
por los angostos rápidos del tiempo.
La llamada es de lejos. Arde nueva
la luz no suplantada,
la abierta llamarada en la mañana
de aquella tarde, atrás,
sobre la viva algarabía de cristales
con que estrenaba el mundo
nácar en los botones,
zapatos de charol entre los pájaros.
Reverdece la luz y, ciego, veo
a ese niño que juega a los reflejos
y embebido en fulgor a tientas mira
con la cada borrada.

miércoles, 13 de julio de 2016

Arrabalde


Atalaya del Eria de alma austera,
bastión en reciedumbre del camino,
templo de El Salvador y peregrino
del Cristo de San Juan en la ribera.

Por santa Bárbara la fe, y arriera
sublimación de arcilla en vega y vino
que, como un manantial de lo divino,
desde Carpurias en solaz fluyera.

Oye la sangre ayer por las alturas
–ya en Las Labradas sólo luz rocosa–,
cómo ilumina con su canto el mundo.

¡Alza, Arrabalde, de tu voz a oscuras
y escribe a fuego y mano laboriosa
la gesta hoy de tu latir profundo!

A pleno sol


Hay un lugar con un clamor profundo
de tierra que me llama, y un lindero
por donde aboco a oscuras a un venero
de pájaros ardidos, vagabundo.

Late un seno de luz, aún fecundo,
que me reclama a su fulgor primero:
lábil mirar aquel sobre el albero
amanecido a quien despierta al mundo.

Hoy vuelve a ser memoria la bandera
de su fértil llamada en la ribera
donde la vida es voz de lo vivido.

Hoy detrás del recuerdo se entrecruza
en límpida y alible escaramuza
su llama manantial contra el olvido.